Balandrau. Infierno helado

Tragedia en el Pirineo

Dirección: Guille Cascante

Canal: 3Cat

Año: 2021 | Duración: 01:18:31

Video+alpinismo

En la mañana del 30 de diciembre del año 2000, Josep Maria Vilà inició el ascenso hacia la cumbre del Balandrau haciendo esquí de montaña con su novia y tres amigos. La mañana era soleada y agradable, y el Pirineo estaba lleno de excursionistas, esquiadores y alpinistas que buscan disfrutar de un día espléndido y de la abundante cantidad de nieve acumulada aquel final de año.

Las previsiones meteorológicas no eran preocupantes y todo apuntaba a una buena jornada de montaña en la zona. Sin embargo, todo cambió drásticamente en pocas horas y una alteración súbita de las condiciones convirtió la montaña en una trampa mortal en la que tanto el grupo de Vilà como el resto de montañeros que iniciaron diferentes rutas en el Ripoollès aquella mañana se vieron atrapados de manera inesperada. El paraíso se tornó en infierno de forma repentina. Ráfagas de viento de más de 130 kilómetros irrumpieron en la montaña barriendo el macizo y sacudiendo una y otra vez, con una virulencia letal, a aquellos que se encontraban en sus laderas. La velocidad e intensidad con la que la niebla y la ventisca se apoderaron del espacio fue tal que en cuestión de segundos una escena dantesca, ante la que poco podían hacer los montañeros, apareció ante sus ojos. Lo peor estaba aún por llegar. La sensación térmica cae hasta los 30 grados bajo cero y todo el espacio queda teñido de un blanco impecable e inmerso en un ruido ensordecedor. Sin poder ver ni sentir nada, los excursionistas se desorientan, mientras el viento y la nieve no paran de golpearlos violentamente. Se congelan y, si no hacen algo, morirán de hipotermia. En un instante, lo que tenía que ser una plácida actividad de montaña se convertirá en una lucha extrema por la supervivencia.

Aquel fatídico 30 de diciembre, diez personas perdieron la vida en el Pirineo intentando escapar de la ventisca, en el que hoy se recuerda como uno de los accidentes más graves de la historia del montañismo. “Balandrau, infierno helado” es el relato en primera persona de los que ese día, más que sobrevivir, volvieron a nacer.

* Subtítulos en castellano disponibles -activar traducción automática-

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Año: 2021 | Duración: 01:18:31

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En la mañana del 30 de diciembre del año 2000, Josep Maria Vilà inició el ascenso hacia la cumbre del Balandrau haciendo esquí de montaña con su novia y tres amigos. La mañana era soleada y agradable, y el Pirineo estaba lleno de excursionistas, esquiadores y alpinistas que buscan disfrutar de un día espléndido y de la abundante cantidad de nieve acumulada aquel final de año.

Las previsiones meteorológicas no eran preocupantes y todo apuntaba a una buena jornada de montaña en la zona. Sin embargo, todo cambió drásticamente en pocas horas y una alteración súbita de las condiciones convirtió la montaña en una trampa mortal en la que tanto el grupo de Vilà como el resto de montañeros que iniciaron diferentes rutas en el Ripoollès aquella mañana se vieron atrapados de manera inesperada. El paraíso se tornó en infierno de forma repentina. Ráfagas de viento de más de 130 kilómetros irrumpieron en la montaña barriendo el macizo y sacudiendo una y otra vez, con una virulencia letal, a aquellos que se encontraban en sus laderas. La velocidad e intensidad con la que la niebla y la ventisca se apoderaron del espacio fue tal que en cuestión de segundos una escena dantesca, ante la que poco podían hacer los montañeros, apareció ante sus ojos. Lo peor estaba aún por llegar. La sensación térmica cae hasta los 30 grados bajo cero y todo el espacio queda teñido de un blanco impecable e inmerso en un ruido ensordecedor. Sin poder ver ni sentir nada, los excursionistas se desorientan, mientras el viento y la nieve no paran de golpearlos violentamente. Se congelan y, si no hacen algo, morirán de hipotermia. En un instante, lo que tenía que ser una plácida actividad de montaña se convertirá en una lucha extrema por la supervivencia.

Aquel fatídico 30 de diciembre, diez personas perdieron la vida en el Pirineo intentando escapar de la ventisca, en el que hoy se recuerda como uno de los accidentes más graves de la historia del montañismo. “Balandrau, infierno helado” es el relato en primera persona de los que ese día, más que sobrevivir, volvieron a nacer.

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